Un verano en las montañas del Karakorum

Un verano en las montañas del Karakorum

EXPEDICIÓN AL K2

Me siento una persona realmente afortunada. Me dedico profesionalmente a mirar el mundo a través de mi cámara, fotografiando y filmando. Comparto una gran  pasión por mi oficio y a la vez por el lugar donde realizo mi trabajo: la montaña. No es una vida estable, donde se puedan hacer muchos planes a largo plazo. Con un futuro siempre incierto. Todo tiene un precio, pero siempre he estado dispuesto a pagarlo.

De todos los escenarios donde se puede desarrollar mi labor con la cámara, sin duda, unos de los más impresionantes y bellos son las montañas del Karakorum. 

La primera vez que visité esta cordillera fue hace casi treinta años. Con 22 años tuve la oportunidad de descubrir con mis propios ojos el universo de montañas y glaciares que se levantan entre las fronteras de Pakistán, India y China, desde la cima del Hidden Peak (8.068 m). A partir de ese momento quedé totalmente enamorado de este maravilloso y excepcional rincón del planeta.

He regresado en muchas ocasiones. Algunas trabajando, principalmente en las montañas más altas. Pero también he disfrutado perdiéndome entre sus rincones menos conocidos. En 1.999 un reducido grupo de amigos realizamos el primer intento al inescalado Muchu Chhish (7.453m). A través del territorio chino de Sinkiang, la vertiente más salvaje de esta cordillera, exploramos el Changtok (7.045m), quedándonos muy cerca de la cima. He visitado y ascendido montañas apenas visitadas de Shimshal, Panmah, Chiring, Chapursa n… El Karakorum, sus montañas, pueblos y cultura siempre me ha fascinado.

A mediados de febrero recibí un mensaje por Wassap de Alex Abranov, el director de la agencia rusa “Seven Summit Club”. El texto era breve y contundente: -“ Hola Luis, nos conocimos el año pasado en el Broad Peak. Este verano queremos hacer una película en el K2. ¿Podrías venir para filmar en la cumbre?”. Creo que ni el mejor alpinista del mundo podría, ni debería, cerrar un acuerdo profesional con la condición de realizar su trabajo en la cima de una montaña como el K2. Mi respuesta trató de ser lo más discreta y diplomática posible: – “Creo que estoy preparado física, técnica y mentalmente, pero la última palabra la tendrá el K2”. A mediados de junio ponía rumbo a Islamabad para unirme a un grupo ruso con el propósito de realizar un documental. Entre ellos se encontraba el alpinista Sergei Bolomov, una leyenda viva del himalayismo.

Mi función principal, dentro del equipo de filmación, se concentraba en el rodaje en altura. Aunque también tenía que apoyar al equipo de dos operadores que recogían todo el testimonio de la expedición desde el campo base. Además del trabajo con la cámara tenía el cometido de grabar con el dron. Una herramienta imprescindible que desde hace años incluyo en mi mochila.

Fue una temporada marcada por la inestabilidad del tiempo, con muy pocas oportunidades. Pero finalmente pudimos alcanzar la cima el 28 de julio. El día anterior había subido mucha gente a la cumbre. Nosotros preferimos esperar un día más, a pesar de que el clima empeoraba, para evitar aglomeraciones. Desde hace unos años el K2 también se ha visto afectado por el sistema de expediciones comerciales que se ha importado, principalmente, a través de las agencia nepalíes. Sherpas, cuerdas fijas y uso de oxígeno, sin duda, facilitan la actividad. A pesar de todo nunca hay que perderle el respeto que merece esta montaña. El día previo a nuestra ascensión, Hassan un porteador de altura paquistaní fallecía en la peligrosa travesía, camino de la cumbre. Una gran tragedia.

Más allá de la emoción de culminar una ascensión como la del K2, mi mayor satisfacción residía en tener la sensación de haber realizado un buen trabajo. Tras casi dos meses en el Karakorum, siendo testigo a través de mi cámara de un entorno tan maravilloso como el que rodea a esta montaña, había logrado filmar, durante más de media hora, desde los 8.611m de la segunda montaña más alta de la Tierra. 

Ahora ya podía contestar, con más certeza y rigor, el mensaje que  Alex Abranov me había enviado unos meses antes: “- …Sí, puedo grabar desde la cumbre del K2 para vuestra película.”

TREKKING FOTOGRÁFICO.

Pero el final de la expedición al K2 no suponía abandonar Pakistán. Tras regresar y descansar dos días en Islamabad, la capital del país, me encontraba de nuevo en un autobús, circulando por la Autopista del Karakorum camino de las montañas.

El mes de agosto tuve la oportunidad de acompañar a un grupo de españoles, organizado por la agencia Taranna Trek, para realizar un trekking fotográfico a través de Baltoro, uno de los glaciares más impresionantes de la Tierra. Mis pasos me conducía de nuevo a los pies del K2.

Una de las facetas de mi trabajo que más me gusta es la formación y la divulgación. Compartir y trasmitir la experiencia y pasión por mi trabajo y las montañas con otras personas siempre me resulta gratificante. En esta ocasión tuve la oportunidad de pasar unas maravillosas jornadas en compañía de un grupo de amigos, disfrutando de la fotografía y el increíble espectáculo que ofrecen los diferentes rincones de Baltoro.

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